¿Qué es el Campo Energético?
Cuando hablamos del campo energético, nos referimos al conjunto de información que rodea, atraviesa y da forma a cada ser vivo.
Es una red invisible pero real que registra todo lo que somos: emociones, pensamientos, experiencias, heridas, aprendizajes y también señales del cuerpo físico.
El campo energético actúa como una memoria expandida del cuerpo, donde se guarda tanto lo que hemos integrado como lo que quedó pendiente.
A menudo, los síntomas físicos o emocionales no son más que la forma en que el cuerpo muestra algo que ya está grabado en ese campo: emociones no resueltas, tensiones, historias heredadas o situaciones que no pudimos asimilar.
Aunque no se pueda ver, el campo energético se puede percibir, leer y trabajar.
Cuando se accede a él con respeto, presencia y claridad, muestra con precisión qué necesita ser liberado o reordenado.
Así es como trabajo en mis sesiones de terapia energética en Palma de Mallorca: no me detengo en el síntoma, sino que escucho lo que el campo revela para acompañar procesos de equilibrio y restauración profunda.
Esta forma de mirar no sustituye a la medicina, pero sí la complementa.
Permite ir más allá de lo aparente y acompañar a cada persona desde un lugar humano, coherente y consciente.
El campo energético desde la ciencia
Lo que llamamos “campo energético” también tiene un reflejo en la ciencia.
Disciplinas como la física cuántica, la biología y la neurociencia reconocen que todos los seres vivos emiten y responden a campos de información.
Desde la física, sabemos que el cuerpo genera campos electromagnéticos, especialmente a través del corazón y el cerebro.
Estos campos pueden medirse mediante tecnologías como el electrocardiograma (ECG) o el electroencefalograma (EEG), y se ha comprobado que interactúan con el entorno.
El Instituto HeartMath ha demostrado cómo el campo del corazón cambia según nuestras emociones, afectando nuestro estado interno y la forma en que nos relacionamos.
En biología, el investigador Rupert Sheldrake propuso los campos morfogenéticos, que sugieren que los organismos siguen patrones de información más allá del ADN.
Estos campos guían la forma, el comportamiento y la organización de la vida.
Por otro lado, científicos como Bruce Lipton han mostrado cómo el entorno energético y emocional influye en la expresión genética, conectando biología, percepción y conciencia.
En resumen:
no somos solo un cuerpo físico.
Somos una red de información viva y sensible que se comunica constantemente con su entorno.
Esa información influye en nuestra salud, nuestras emociones, nuestras relaciones y nuestra vitalidad.
Acceder al campo energético no es algo mágico, sino una forma de escuchar la información sutil y real que sostiene todo lo que somos.
Y desde esa escucha, el cuerpo puede volver a su coherencia natural.