💫 Terapeuta energético en Palma de Mallorca


Acompañamiento emocional, corporal y vibracional desde la verdad


☘️Mi historia


Desde pequeño supe que algo en mí era distinto. No sabría decir qué, pero no encajaba del todo. Era sensible, curioso, demasiado consciente del mundo. Y cuando uno es niño, esa diferencia pesa.

Los adultos, con su buena intención, te moldean: “no digas eso”, “no llores”, “no seas así”. Uno aprende pronto a callar lo que siente, a esconder las partes que incomodan. Lo haces por amor, no por miedo. Solo quieres pertenecer.


Y así, poco a poco, aprendí a adaptarme. A ser lo que se esperaba. A bajar el volumen de mi alma para que no desentonara con el ruido de fuera. No me faltaba alegría, pero sí verdad. Me acostumbré a vivir desde la superficie, funcional y correcto, pero cada vez más lejos de mí.


Aun así, algo dentro nunca se apagó. Había una voz, una chispa, que seguía susurrando. Me fascinaban el tarot, la magia, la astrología, los misterios antiguos, las civilizaciones perdidas, lo oculto. Todo lo que tuviera que ver con lo invisible me atraía sin razón aparente. Era un juego, pero también una forma de mantenerme vivo.


La vida, mientras tanto, me llevó por caminos más terrenales. Trabajé en el mundo del movimiento y el cuerpo: gimnasios, clases dirigidas, Pilates, Espalda Sana. Me apasionaba ver cómo un cuerpo podía transformarse, cómo cambiaba la energía cuando alguien se reencontraba con su fuerza o su postura.

Pero con los años algo empezó a moverse dentro. Un cansancio sutil, un desajuste que no sabía explicar. A los 43 años mi propio cuerpo empezó a hablarme con síntomas que nadie podía resolver. Fui de médico en médico, de diagnóstico en diagnóstico, sin encontrar respuestas que me resonaran.

La medicina convencional me ofrecía etiquetas, pero no escucha.


Esa frustración me abrió otra puerta. Me acerqué a la naturopatía, y lo que me sorprendió no fue tanto el tratamiento, sino la forma de mirar. Por primera vez alguien me preguntaba cómo me sentía. Me observaban como un todo, no como un conjunto de síntomas. Y, sobre todo, descubrí algo que me marcó profundamente: la kinesiología.

Una técnica capaz de dialogar con el cuerpo, de revelar lo que este sabe pero la mente ignora. Aquello me fascinó. Me di cuenta de que el cuerpo tiene memoria, lenguaje y sabiduría propia.


Toda esta curiosidad me llevó al Par Biomagnético, una técnica con imanes que busca equilibrar el pH del cuerpo y tratar microorganismos. Me formé en ella, y comencé a practicar. Sentía que, por fin, estaba en un camino con sentido.

Y entonces llegó el silencio: la pandemia, el Covid.


Todo se detuvo.

Pero ese parón, que para muchos fue encierro, para mí fue apertura. Tuve tiempo, calma y profundidad. Y lo que descubrí cambió mi vida.


Empecé a notar que en las sesiones con imanes ocurría algo más que un simple reajuste físico. Las personas no solo mejoraban sus síntomas; también lloraban, recordaban, soltaban. Había emociones atrapadas detrás de cada desequilibrio. El cuerpo hablaba, y yo aprendía a escucharlo.


Eso me llevó a seguir buscando: las 5 leyes biológicas de Hamer, la biodescodificación, las constelaciones familiares, el tarot arquetípico, el Código de las Emociones. Cada herramienta me mostraba un fragmento más del mismo mapa. Y un día, sin proponérmelo, empecé a leer el campo energético.

No como un don, sino como un recuerdo. Como si algo que siempre estuvo ahí simplemente despertara. Eran pensamientos, ideas, patrones que me iban guiando hacia una nueva forma de mirar y de entender lo que debía hacer.


Entendí que el cuerpo no miente. Que detrás de cada síntoma hay una emoción, detrás de cada emoción una historia, y detrás de cada historia una energía que pide orden. 

El síntoma no es el problema, sino la consecuencia del trauma. La enfermedad, o el desequilibrio, es la forma que tiene tu cuerpo de expresar lo que no ha podido decir.

Así nació la Terapia Bioenergética Expandida: no como una técnica nueva, sino como una fusión viva de todo lo aprendido, lo sentido y lo recordado. Un método que integra lo físico, lo emocional y lo energético desde la verdad.


La llamé Expandida porque no es algo fijo ni acabado.

Evoluciona conmigo.

Cada persona que llega, cada proceso que acompaño, cada experiencia que atravieso, la transforma un poco más.

He comprendido que nada es estático: todo está en movimiento. Y yo también.

Siento una necesidad constante de seguir aprendiendo, de no quedarme con lo que ya sé.

Para mí, la expansión no es una meta, es una forma de estar en la vida.


Hoy no busco sanar a nadie.

Solo acompaño a las personas a escucharse, a recordar su equilibrio, a verse sin filtros.

Soy un canal, un espejo limpio.

Trabajo con el cuerpo, la energía y la conciencia desde Palma de Mallorca, y también acompaño a distancia a quienes sienten el llamado.


Lo que un día fue mi herida —mi sensibilidad, mi vulnerabilidad— hoy es mi mayor herramienta.

He aprendido que la verdadera fortaleza no está en endurecerse, sino en estar presente sin defenderse.


Y si estás leyendo esto, quizá es porque algo dentro de ti también quiere volver a escucharse.